El desarrollo alternativo desde la perspectiva de los campesinos colombianos

Susana Ojeda
Informe sobre políticas de drogas No. 36
Mayo de 2011

Mucho se ha dicho sobre los programas de desarrollo alternativo desde la perspectiva de los expertos, tecnócratas, políticos y académicos. Sin embargo, poco sabemos de lo que piensan las personas que son objeto de estos programas y de las implicaciones que éstos tienen en su vida. Este informe de Susana Ojeda ofrece una narrativa del DA en Colombia desde la perspectiva de los campesinos.

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El programa Drogas y Democracia del TNI me ha pedido mostrar esta otra narrativa sobre los programas de desarrollo alternativo que se desarrollaron en Colombia durante el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010). La información a la que recurro proviene de mi experiencia como consultora de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en Bogotá. Este documento se basa en datos provenientes de reuniones públicas, de las memorias de unas mesas de socialización realizadas con los líderes de las organizaciones productivas, y de mis experiencias con campesinos y funcionarios durante tres años de trabajo. Es importante precisar también que el documento solo pretende ofrecer una visión de conjunto de los programas sin entrar a examinar las diferentes dinámicas locales y regionales que se presentaron en su  implementación durante el periodo considerado, ni examinar el Desarrollo Alternativo como política pública en toda su complejidad.

Durante 2003-2010 se implementaron dos programas de desarrollo alternativo: Familias Guardabosques y Proyectos Productivos, como parte del Programa Presidencial contra Cultivos Ilícitos (PCI), cuyos objetivos eran consolidar el proceso de erradicación de cultivos ilícitos, brindar alternativas estables de ingresos a las comunidades, generar legitimidad del Estado y fortalecer el capital social a partir del estímulo de la organización y la participación.

Conclusiones y Recomendaciones

•    Los campesinos necesitan tener un acceso permanente a las instituciones del Estado que les permita desarrollar plenamente sus derechos como ciudadanos en áreas de desarrollo rural, ambiental, de infraestructura vial, de educación, y de salud. El Estado debe ser consistente en la implementación de programas de desarrollo rural que cubran todo el territorio nacional, y debe dejar de repartir ayudas de manera paternalista.

•    No se deben imponer proyectos diseñados desde las oficinas oficiales y de cooperación internacional sin tener en cuenta los conocimientos y necesidades locales. Hay que tener en cuenta la demanda de participación real de las comunidades campesinas en el diseño de los proyectos, superando la prepotencia del conocimiento de los técnicos y políticos y abriendo un espacio para el diálogo y la construcción conjunta con las comunidades de los proyectos de desarrollo rural.

•    El trabajo con las comunidades debe partir de los conocimientos que ellas tienen, de sus tradiciones, y debe soportarse en sus redes sociales. De esta manera, se logrará empoderar a las comunidades y realizar proyectos que tengan un impacto positivo en sus procesos de desarrollo. Se debe evitar la imposición de modelos que, como en el caso de los PPP, en lugar de empoderar a las comunidades pueden contribuir a generar impactos negativos y devaluación de sus identidades culturales.

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Susana Ojeda (Colombia) fue durante 2010 estudiante del Institute of Social Studies (ISS) en La Haya desarrollando el tema de la respuesta campesina a los programas de desarrollo alternativo en Colombia. Luego de lo cual realizó una pasantía de tres meses en el TNI sobre este mismo tema. Este informe es una versión resumida de un documento más amplio con el mismo título producido por Ojeda para el TNI.