Según el gobierno colombiano, los consumidores de cocaína ignoran el desastre ecológico que representa la producción de este alcaloide. Si supieran que la cocaína está generando un ecocidio en el principal país productor del mundo de esta droga, Colombia, entonces dejarían de consumirla. Sobre este principio, el gobierno ha organizado una campaña informativa titulada Responsabilidad Compartida para difundir a través de imágenes y cifras la destrucción que genera la producción de coca y de cocaína en el país. La campaña, que cuenta con el apoyo, entre otros, de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), se ha expresado básicamente a través de una exposición itinerante por diferentes países de Europa.
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Aunque los cultivos de coca son responsables de un porcentaje de la deforestación que ocurre en el país, tal como lo describe este informe preparado por el ecólogo colombiano Germán Andrés Quimbayo Ruiz, la coca no es la principal responsable de la deforestación en Colombia. Un informe de 2005 de la FAO, señala el crecimiento de las explotaciones ganaderas como uno de los principales responsables de la destrucción de los bosques tropicales en América Latina, -y en Colombia- con un daño irreversible para los ecosistemas de la región. También el modelo de explotación extractivista para la exportación atenta contra la megadiversidad de Colombia. Dentro de este modelo, los cultivos de coca, adormidera y marihuana son uno más entre cientos de otros productos y formas de explotación irracional.
Pero además, la deforestación y otras consecuencias graves para el ambiente por motivo de los cultivos de coca, y la producción de cocaína son consecuencia de las políticas de drogas que aplica el gobierno colombiano con el apoyo de EEUU, y que han propiciado la expansión y desplazamiento de los cultivos cada vez más adentro en las selvas.
Una adecuada política para abordar el problema de los cultivos ilícitos, y en general de la producción de drogas, el narcotráfico y el consumo, podría lograr que se evitara el tremendo impacto que está teniendo ahora la producción de coca y adormidera para opio sobre el ambiente. Un auténtico debate en vistas a una reformulación de las actuales políticas de drogas sería mucho más útil que las estrategias de señalamiento y repartición de culpas.
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